Líder o jefe: ¿Cómo te muestran tus acciones?

por

Rosana Laureyro

*Coach Ejecutiva, Mentora en Desarrollo Profesional, Contadora Pública- Auditora

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Mucho podemos encontrar sobre liderazgo: de los distintos tipos, de buenas prácticas, que las personas buscan un buen líder en sus trabajos (incluso, que los dejan por jefes que no son líderes). ¿Hacemos una capacitación y ya está? Mi experiencia muestra que es un buen punto de partida, pero no alcanza. Que en las acciones de todos los días es donde marcamos la diferencia. Que eso, es lo que estamos mostrando a las personas que se relacionan con nosotros: la imagen que ellos construyen.

Tres situaciones que te muestran como jefe (por más que vos pienses que sos un (buen) líder):

  1. Esperar obediencia sólo porque “vos lo decís”:
    Dar una indicación, y que se realice tal como está en tu pensamiento.
    Establecer un horario de ingreso/egreso, y que se cumpla.
    Que nadie te cuestione.

Estoy de acuerdo que en una organización, para que el trabajo funcione, hay responsabilidades asignadas en los distintos puestos de trabajo. Sin embargo, eso no te hará un líder.
Puede ser que a corto plazo, o que en una actividad mecánica y repetitiva, funcione.
Pero… en los momentos difíciles, cuando se presenten problemas y se requiera la creatividad para aportar soluciones, cuando haya un plazo de vencimiento muy ajustado, cuando se presente un imprevisto, cuando existan nuevas tareas o rediseños… ahí nos gustaría contar con un equipo comprometido, motivado (¿sabemos qué quieren? ¿cuáles son sus intereses?) con personas en quienes poder delegar (¿lo fuimos gestionando, o esperamos que sea de un día para el otro?), que no va a respondernos con ese “extra” si antes no hemos sido buenos líderes: que nos ocupamos de comunicar, de dar sentido al trabajo, de explicar, de estar presentes.

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2. Perder la cordialidad y los buenos modales:

¿Te pasó de tener un jefe que hablaba a los gritos desde su oficina/escritorio? ¿o uno que te pasaba por delante y no saludaba? ¿o que mientras vos le hablabas, esa persona miraba la pantalla de la computadora o el celular? y todo eso… ¿cómo te hizo sentir? Seguramente, que no le importabas.
Entonces, si luego te viene a pedir algo “urgente” o fuera de lo programado… ¿cuánto esfuerzo le vas a poner?
Podemos encender la cámara si tenemos una reunión virtual (la comunicación no verbal, recordemos, es más importante que las palabras); podemos llamar a las personas por su nombre, podemos parafrasear lo que dicen (para dar a entender que los escuchamos), podemos utilizar un tono de voz amable (al igual que las palabras que utilizamos en un texto).

3. No agradecer ni reconocer:

Un llamado de atención a todo lo que damos “por obvio”.
Nos gusta ser reconocidos por lo que hacemos, de manera sentida, con fundamentos (¿te hacés tiempo para dar feedback?). Eso nos motiva, nos hace sentir que lo que hacemos vale la pena. Satisfacción del trabajo bien hecho. No demos sentado que “está todo bien” y sólo hablamos con nuestros colaboradores una vez por año en la evaluación de desempeño, en 10 minutos, cumpliendo una formalidad para decirles dos o tres cosas que ni siquiera hemos pensado con detenimiento.

Entonces, fundamental, SER coherentes, mostrar en nuestras acciones aquello que decimos/pensamos, haría un buen líder.

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