Insolvencia sistémica y emergencia pandémica

por

DARÍO J. GRAZIABILE

I – INTRODUCCIÓN

Nunca como en este año 2020 y para ninguna otra crisis anterior hemos tenido tanto bagaje informativo como ahora, a través de todos los medios digitales que se nos puedan ocurrir que emanan de la internet, sumado ahora a las innumerables teleconferencias que han superado cualquier presagio. Nos ha pasado que ha habido y hay tantas, que se ha llegado al límite temporal superponiéndose unas a otras.

Es indudable que el enriquecimiento de la charla presencial y el feed back, aunque sea de miradas con los interlocutores, se pierde, pero hay que aprovechar las herramientas en esta época de pandemia.

En la coyuntura actual no debíamos entender la insolvencia solo como un presupuesto concursal, sino como una situación de hecho más o menos generalizada que puede llegar a exteriorizarse a través del ámbito del concurso. Por eso es necesario entender la crisis en su encuadre fáctico y descubrir las necesidades para que la misma pueda ser superada en el ámbito concursal o extraconcursal.

En las Jornadas Interdisciplinarias Concursales del Centro de la República parangonamos la situación a una partida de truco porque “se barajan las cartas pero nosotros somos los que jugamos las manos”, es decir que cada uno tiene una situación particular (las cartas que le tocaron en la mano), suspensión de las actividades desde el primer aislamiento social preventivo y obligatorio, y otras que no sufrieron tal afección, reaperturas al poco tiempo, habilitaciones posterior y situaciones respecto de las cuales no pudo aún reestablecerse la actividad. Todo eso mirado desde la empresa, desde el empleado y cualquier persona humana interrelacionada. A eso se le suma el Ingreso Familiar de Emergencia para algunos o el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción, más algunas líneas de crédito especiales. Toda esta divergencia de situaciones y posibilidades hace a la mano que la ha tocado a cada uno en la partida de truco y con ellas deben ingeniosamente jugar la partida.

A largo plazo, cada mano debe ser vista como una parte de la partida de truco, podemos hacer otro parangón y en una visión general se trataría de un juego de estrategia, lo que los gamers llaman “RTS (real time strategy)”, lo que lleva a estar atentos y ver los cambios de situaciones en forma oportuna, para que cada uno pueda moverse correctamente y mantenerse durante el situación de emergencia.

II – SITUACIÓN ACTUAL

Debemos reconocer dónde estamos parados, es decir, cuál es el tejido o entramado de la crisis.

Para ello, hay que tener en cuenta que estamos sumidos en una crisis económica prepandémica, es decir que, antes de que nos viéramos afectados por el coronavirus, había una profunda crisis, de hace al menos un par de años. Tampoco debemos pasar por alto que esa crisis viene unida a una importante deuda externa que, si bien en la actualidad tiene visos de solución, todavía se encuentra en veremos y no sabemos a ciencia cierta el alcance de los arreglos que se logren con los bonistas y con el Fondo Monetario Internacional y cómo proyecta eso en el futuro económico. Si a todo ese problema intrínseco le agregamos la pandemia, no podemos más que proyectar, en el orden interno, la existencia de una insolvencia sistémica, a lo que se le debe sumar la crisis económica global producida por la crisis sanitaria.

Y el panorama frente a esa realidad es complicado. En primer lugar, si sacamos escollos del agravamiento de la crisis, es decir, se excluye la pandemia y se arregla el problema de la deuda externa, también estaríamos en una profunda crisis económica, lo que cambia es que actualmente con pandemia y deuda sin solución aún no puede más que proyectarse una insolvencia integral.

III – PROBLEMAS DE LA SITUACIÓN ACTUAL

La mayoría de los “opinólogos” están presagiando que va a haber una catarata de concursamientos como los hubo en la crisis 2001/2002, lo que aún no se ha efectivizado, por lo que ello ha quedado limitado a un pronóstico errado o por lo menos no ajustado en el tiempo, es decir que esa demanda concursal masiva podrá producirse en el futuro.

Lo que no puede negarse es que se han producido y se producirán un sinnúmero de crisis patrimoniales que concluirán en el desarrollo de un estado de cesación de pagos, pero ello solamente en la faz fáctica, pudiendo ser trasladada a la jurídica, eligiendo judicializarlo o no. En otras palabras, la insolvencia generalizada no ha llevado a que se generalicen los concursos porque pareciera que existe una disyuntiva y es saber si conviene concursarse o no.

Las alternativas son concursarse y buscar soluciones generales a la insolvencia a través de un acuerdo por mayorías o con la liquidación de los bienes o evitar el concursamiento y buscar soluciones individuales aplicando quizás la teoría del esfuerzo compartido. Y frente a tal perspectiva todos nos preguntamos cuál es la solución posible, y ninguno tiene la respuesta o, mejor dicho, la respuesta no es ni una ni la otra, o ni una ni la otra en forma aislada. Hay una realidad insoslayable y es que hay una imposibilidad material de lograr soluciones a una insolvencia sistémica, ni por el lado de los arreglos individuales ni por el lado de los acuerdos generales, porque en ambos casos se busca una solución limitada a un patrimonio. Para que tales propuestas de salida de la crisis sean efectivas se necesita además una solución general que abarque todo el ecosistema económico interno, con políticas legislativas de fondo e integrales.

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